El 1989 L’Olivera iniciaba esta aventura de elaborar vino en Vallbona de les Monges, en un momento de despoblación del mundo rural y de abandono de la agricultura, planteando un modelo de vida y trabajo que pone en el centro a las personas, especialmente las más vulnerables.

Para entender quiénes somos hemos de saber de donde venimos. Situémonos en el año 1974: nacía en Vallbona de les Monges el proyecto de L’Olivera. Era la primera semilla de una idea en aquel momento transformadora: construir una comunidad de vida y trabajo en el ámbito rural que integrase personas con alguna discapacidad, partiendo de la premisa que “todos somos discapacitados”.

Lo que vendría después de esta declaración de intenciones fueron años de pensarse para volverse a repensar, años de resiliencia y de vida austera. Años de luchas para hacer viable el proyecto económicamente, buscando salidas que iban desde una granja de conejos hasta ofrecer servicios a los payeses de la zona.

Pero después de la etapa de vacilaciones, hacia el año 1984, el equipo recupera su vocación original: hacer de payeses, vivir de la tierra. Con esta decisión se llega, sin saberlo, al final de la primera etapa del camino, de aquello que puede suponer el inicio de la subsistencia por los propios medios y a la vez el símbolo de la identificación con el mundo campesino, viviendo del producto de la tierra. En este contexto, en el año 1989 tiene lugar la primera vendimia en las viñas que unos años antes se habían plantado en las fincas de La Plana y Catxassa. El Blanc de Serè nace de aquella vendimia del 89, la de la utopía inicial, la que nos hizo caminar en el mundo del vino, surcando campos llenos de energías y frustraciones, ideas y sueños.

Ahora, 30 años después, nos ponemos en la piel de aquella gente ingénua que un día, entre la cordura y la locura, decidieron que podían cambiar el mundo desde la alternancia repetida de las estaciones de un pequeño pueblo de l’Urgell.

La primera etiqueta del Blanc de Serè es obra del diseñador catalán Claret Serrahima, del estudio de diseño Clase-bcn.

L’Olivera y Serrahima inician la colaboración en aquella primera vendimia de 1989, una colaboración que ha ido mucho más allá de la profesional. Actualmente, lleva más de 30 años colaborando con L’Olivera y es el artífice de toda la imagen gráfica de la marca.