La cosecha 2021, que ha empezado a mediados de octubre, está caracterizada por la sequía de los últimos meses de maduración, que ha condicionado la producción total por árbol y el perfil de los aceites elaborados, más maduros.
Después de la vendimia, iniciamos otra de las épocas más intensas del año: la cosecha de la oliva. Esta campaña, que este año hemos iniciado a mediados de octubre, llega después de un año en que la nieve de invierno y las lluvias de los meses de primavera permitieran a los olivos un desarrollo correcto acorde con nuestras condiciones de secano. El verano, con temperaturas moderadas (excepto algún periodo puntual) y sobre todo la falta de agua durante los últimos meses de maduración (sobre todo en septiembre), marcarán definitivamente una campaña en que se prevé un desarrollo inferior del fruto en diferentes zonas y una maduración temprana.
Así, los perfiles sensoriales de los aceites y los rendimientos de extracción más elevados de lo habitual en estas fechas nos dan como resultado una cosecha con una reducción significativa de la producción y aceites con perfiles más maduros. Son aceites complejos, reflejo de esta agricultura ecológica y de secano, con perfiles afrutados verdes-maduros o significativamente maduros, resultado de la rápida maduración de los frutos, sobre todo en las zonas con más estrés hídrico.
A nivel organoléptico, son aceites con un perfil afrutado de oliva madura, con toques de almendro, alcachofa, hinojo y un amargo y picante bien presente, que reflejan el carácter de esta arbequina de cierta altura y de secano.
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